DEJA DE COMER ENSALADAS GRANDES: QUÉ PASA EN REALIDAD Y QUÉ COMER EN SU LUGAR
Deja de comer ensaladas grandes: descubre por qué no siempre sacian y qué comer en su lugar para lograr saciedad real.
Muchos de nosotros pensamos que comer saludable es comer una ensalada. La pedimos enorme porque “se ve” ligera y llena el plato. Sin embargo, a muchos no nos sacia y, a veces, cae pesada. Por eso conviene priorizar proteína y sumar tubérculos; así logramos volumen, buena digestión y energía real.
Deja de comer ensaladas grandes: volumen no es igual a saciedad
Un tazón gigante ofrece pocas calorías y mucha fibra cruda. A algunas personas les funciona. A otras, no tanto. El exceso de hojas puede inflamar y dejarte con hambre a la hora. Además, cuando falta proteína visible y carbohidrato de soporte, aparecen los antojos. En cambio, papas y proteína para saciedad dan densidad nutritiva y estabilidad.
Deja de comer ensaladas grandes si te pasa esto
Si terminas con el abdomen distendido, si te da sueño o necesitas “algo más” en 60–90 minutos, tal vez ese formato no te conviene. También es común sentirte “ligero” al principio, pero con hambre por la tarde. Cuando estas señales se repiten, ajusta la estructura del plato antes de culparte.
Deja de comer ensaladas grandes y arma platos que sí llenan
Empieza por la proteína que te guste (pollo, pavo, pescado, huevos, leguminosas o cortes magros de res). Después agrega carbohidratos “de verdad” para darte energía si entrenas o te mantienes activo: papa, camote, arroz o yuca. Completa con verduras, de preferencia cocidas, y una grasa de calidad como aceite de oliva o aguacate. Así tu plato es nutritivo, te sacia y te ayuda a rendir mejor.
El objetivo no es solo llenar el plato: es nutrirte para vivir y moverte. La proteína cuida y mantiene tus músculos; los carbohidratos son la gasolina para tus actividades; las grasas ayudan a absorber vitaminas y dan sabor. Con la edad perdemos músculo (sarcopenia), por eso a partir de los 40 conviene priorizar proteína y mantenerse activo para conservar fuerza y resistencia; no todos queremos músculos grandes, pero sí músculos que respondan.
Varía tus fuentes de proteína a lo largo de la semana y, si padeces enfermedad cardiovascular, limita carnes rojas y prefiere cortes magros y pescados. Trabaja tu plan con un nutriólogo y mantén chequeos con tu médico. Las ensaladas pueden acompañar, pero no deberían ser lo único: las hojas solas no dan la energía que necesitas.
El aderezo: el detalle que dispara calorías
Ocurre todo el tiempo. Pedimos la ensalada… y la bañamos con aderezo. Dos cucharadas de aderezos cremosos suelen aportar alrededor de 130–170 kcal; con tres o cuatro cucharadas puedes sumar 200–300+ kcal sin darte cuenta.
Muchas veces resulta más inteligente elegir carne y papas o pollo y papas que una “ensalada ligera” con aderezo generoso. Revisa la porción y, si usas aderezo, mide primero.
¿Debo eliminar las ensaladas para siempre?
No. Las ensaladas siguen siendo útiles si te sientan bien y están completas. La clave está en la estructura: primero proteína, luego un tubérculo y, después, verduras; idealmente, mezcla crudas y cocidas para mejorar la tolerancia. Escucha tu cuerpo: no todas las hojas nos caen bien. A algunas personas la lechuga les inflama; en esos casos funciona cambiar de variedad, probar lechuga hidropónica o cocinar parte de las verduras. Y recuerda, que las hojas verdes se asocien con “bienestar” no significa que necesariamente te hagan bien a ti. Si te encantan, inclúyelas, pero reduce la montaña de hojas y ajusta según cómo te sientas.
¿Las papas “engordan”?
Depende del contexto. Una papa al horno con proteína y verduras aporta saciedad, potasio y placer. El problema surge cuando se fríe y se acompaña de salsas azucaradas o porciones excesivas de grasa. Preparada de forma simple, la papa ayuda a controlar el apetito y sostener la energía.
¿Cuánta proteína necesito?
Multiplica tu peso (en kg) por 1.5 para estimar tu proteína diaria; si entrenas pesas y buscas ganar masa muscular, puedes subirlo hasta 2.
Ten en cuenta que cada alimento proteico tiene distinto contenido de proteína por cada 100 gramos: por ejemplo, 100 g de pechuga de pollo cocida aportan ~30–32 g; 100 g de pescado blanco ~23–25 g; 100 g de salmón ~20–22 g; 100 g de bistec magro ~24–27 g; 1 huevo grande ~6–7 g; 200 g de yogur griego ~18–20 g; 150 g de tofu firme ~14–18 g; 1 taza de lentejas cocidas (~200 g) ~16–18 g. Los valores son aproximados y cambian según el corte, la cocción y la marca.
Como referencia visual, una porción del tamaño de tu palma de pollo o carne suele dar unos 25–30 g de proteína. Revísate 3 horas después de comer: si tienes energía y poco antojo, vas en buen rango; si no, aumenta un poco la porción de proteína en tu próxima comida. No olvides que tu mejor amigo aquí es tu nutriólogo.
¿Y qué hay de las proteínas en polvo?
Son un suplemento: te sacan del apuro cuando no tienes tiempo de prepararte una comida completa y también ayudan como complemento si te cuesta subir de peso o de masa muscular, porque un licuado es fácil de tomar; aun así, no son indispensables si tu nutriólogo te arma un plan con suficiente proteína de comida real.
En un mundo acelerado, pueden ser muy útiles. Sobre los riñones: en adultos sanos, las cantidades habituales de proteína no han mostrado dañarlos; si tienes enfermedad renal o dudas, consulta a tu médico y hazte chequeos.
Ojo con las que vienen de la leche (suero o caseína) si eres intolerante a la lactosa; puedes optar por proteína de chícharo o mezclas vegetales, y recuerda que la de caldo de hueso es principalmente colágeno, pero habría que revisar si es igual a una proteína “completa”, así que úsala como apoyo.
DEJA DE COMER ENSALADAS GRANDES: RESUMEN
Las ensaladas gigantes lucen saludables, pero no siempre llenan ni favorecen la digestión. Si te quedas con hambre o te hinchas, cambia el formato. Prioriza proteína visible y agrega un tubérculo como papa o camote; después, verduras mayormente cocidas. Así logras volumen, energía estable y papas y proteína para saciedad. Y recuerda: un aderezo cremoso sin medir puede convertir una “ensalada ligera” en una comida alta en calorías; a veces es más inteligente elegir carne y papas o pollo y papas.

Jessica Barrera Melo es docente con maestría en Educación y cofundadora de RevistaVidaFitness. Se especializa en salud integral, combinando su formación en danza y pasión por el fitness.